Se entiende por duelo aquel proceso de adaptación emocional que sigue a una perdida que de un ser querido por su muerte. El duelo tiene la función de ayudar a asimilar y a reponerse lentamente de un shock fuerte para la persona. El duelo suele compartir unas características comunes pero también varía mucho de una persona a otra. Cada persona afronta la situación de una manera diferente y cada persona dispone de estrategias diferentes para gestionar su dolor.
Un duelo se compone de cinco fases, las cuales no tienen por qué darse en este orden ni tienen porque aparecer todas.
- Fase de Negación: Negarse a sí mismo o al entorno que ha ocurrido la pérdida, esto no me puede estar pasando, no a mí. La negación es solamente una defensa temporal para el individuo.
- Fase de Ira: Enfado por no poder evitar la pérdida. ¿Por qué a mí? ¡No es justo!.
- Fase de depresión: Se experimenta tristeza y dolor por la pérdida. El individuo puede volverse silencioso, rechazar visitas y pasar mucho tiempo llorando y lamentándose.
- Fase de Aceptación: Se asume la pérdida, pero jamás se olvida. Es la fase final en la que la persona aprende a continuar con su vida tras la pérdida. En esta fase se alcanza el reajuste que se buscaba.
El duelo patológico
Cuando un duelo no se resuelve, la persona se queda estancada en una fase (negación, ira, depresión...) o aparecen conductas nocivas entonces, hablamos de duelo patológico.
Existen tres tipos de duelo patológico:
Duelo bloqueado: ocurre una negación de la realidad de la pérdida, donde hay una evitación del duelo, y un bloqueo emocional-cognitivo que se manifiesta a través de conductas, percepciones ilusorias, síntomas somáticos o mentales.
Duelo complicado: síntomas o conductas de riesgo sostenidas en el tiempo y de intensidad grave para la salud dentro de un contexto de pérdida. Por ejemplo, alcoholismo, autolesiones, consumo de drogas, prácticas de riesgo...
Duelo patológico: la persistencia o intensidad de los síntomas ha llevado a alguno o varios de los miembros de la familia a detener la vida laboral, social, académica, hay interferencia severa con la vida diaria. Deja de ser un proceso adaptativo y se prolonga en el tiempo.
Técnicas psicológicas, con apoyo experimental para el tratamiento del duelos patológico
Estas técnicas se enumeran de forma didáctica pero el duelo patológico debe ser tratado por un psicólogo. Se requiere tratamiento por parte de un profesional pues en ocasiones implica riesgos, depresión o suicidio.
- Técnicas conductuales: programación de actividades dominio-agrado: por ejemplo reemplazar las visitas al cementerio por actividades potencialmente agradables.
- Explosión simbólica: imaginarse despidiéndose del ser querido antes de que ocurra, preparándose para el momento. Revivir ciertas situaciones, imaginar el funeral.
- Exposición con prevención de respuesta: verbalizar los recuerdos vivenciales en relación al difunto sin evitar tal tarea. Recuperar memorias de momentos vividos con la persona que falleció.
- Amplificación de sentimientos: expresión de sentimientos positivos o negativos hacia la persona fallecida, de forma más o menos dramatizada. Es una forma de canalizar los sentimientos que la persona cree que no puede o debe mostrar.
- Juego de roles: psicodramatizar o representar escenas relevantes, y a menudo conflictivas, respecto a la relación con el difunto, de modo que se puedan experimentar cogniciones y emociones relevante y que han sido evitadas. Por ejemplo para conversaciones que no se pudieron tener antes de que la persona falleciera, ayuda a cerrar temas abiertos.
Técnicas cognitivas
- Desdramatizar:se trabajan las probabilidades reales de que sucedan eventos catastróficos si el sujeto afronta determinados recuerdos o situaciones. La exposición apoya la desdramaticización. Por ejemplo en el caso de miedo a ataques de ansiedad al volver a la zona del fallecimiento.
- Reatribuciones: se examinan las evidencias que el sujeto tiene para sentirse culpable y se revisan las evidencias para explicaciones alternativas más plausibles.
- Aceptación: se trabajan con el sujeto sus exigencias y autocríticas por haber experimentado ciertos sentimientos hacia el difunto (agresividad, odio, etc.) y se diferencia entre estos y la persona global.